Saaaludar… ¡yaaa! Bandera mía, bella bandera

Uno se acuerda que cuando chico, en la escuela primaria, cada lunes se rendían honores a la bandera. Además, se hacían públicos los nombres de los alumnos más adelantados, se entregaban en custodia banderines de Higiene, Orden, Puntualidad y Aseo a los grupos que había hecho los méritos suficientes durante la semana para tener en su aula aquella distinción.

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¡A correr, a correr que la llanta va a crecer!

Cuando tiene uno la desgracia de salir temprano de entre las sábanas, porque a alguien se le ocurrió tener una reunión de trabajo a las ocho de la mañana en un restaurante que a usted le queda al otro extremo de la ciudad, aborda la pesera y ahí va con rumbo a la estación del metro que mejor le acomoda, y se siente con los párpados lánguidos de sueño y con la boca con sabor a cobre, también friolento…

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